martes, 22 de enero de 2008

Mobbing: la insoportable levedad del ser humano

Es gracioso leer por ahí la cantidad de vocablos de nuevo acuño que salen por deformación con el idioma de Shakespeare, queremos estar a la moda, y la verdad es que a veces rozamos lo cursi cuando no lo ininteligible con palabras como las que ilustran esta nueva entrada. Este anglicismo viene a denominar lo que es en español "acoso psicológico laboral", y no es cuestión de risa.

Seguramente muchos se pregunten cómo es posible que lea o comente este tema, pues ciertamente es bastante complicado e incluso podría llegar a herir la sensibilidad de quien lo haya padecido. Si dedico unas líneas a tratar el tema es porque existe, y como tal no estarían de menos una serie de opiniones al respecto, vertidas, eso sí, desde el respeto que estas personas merecen.

Es complicado determinar el comienzo de una situación insostenible: muchos lo achacan a incompatibilidad de caracteres con jefes y/o semejantes, otros se sienten al final culpables porque piensan haber provocado esa situación, otros incluso piensan que ha habido un desajuste mental que ha inducido a eso, pero lo que es innegable bajo mi punto de vista es que hay dos factores que determinan, y mucho, que se produzca un mobbing: el poder y la envidia.

Una vez dicho esto, cualquiera de las personas que lean este comentario pueden pensar si lo he sufrido. La respuesta es SÍ. Vamos ahora a analizar las sensaciones que provoca.

La persona "X" llega a un puesto de trabajo, con la ilusión, incertidumbre y ganas que eso supone. Pretende ayudar y ganarse el respeto y la admiración de los que la rodean. Como en todo trabajo, "X" tiene compañeros o iguales, y, por supuesto, superiores. En estos de los trabajos la jerarquía siempre ha de ser respetada.

Normalmente cuando se trabaja, como he comentado anteriormente, es para valorarse laboralmente. Quitando los trepas, a todos nos gusta que se nos reconozca el valor de lo que hacemos; simplemente eso, tanto a nivel personal como económico (aunque no siempre se den los dos factores).

Pero aquí llega el apartado negativo, esos dos factores que antes comenté y que son dignos de análisis: el poder y la envidia. "X" lucha a diario por sacar adelante su trabajo y justificar su nómina mensual, suele caer bien pues está dispuesto a ayudar a quien se precie. Aquí puede aparecer uno de los efectos, la envidia, en la cual suelen sobreactuar los compañeros o el primer escalafón superior, por miedos a que su puesto sea reemplazado por "X". Entonces empieza la pesadilla, la hostigación perfecta para poder quitarse del medio, al precio que sea, a ese enemigo indeseado.

Debes acabar este trabajo en un plazo imposible de realizar, encárgate de esto aunque no te corresponda (siempre mirando a escalafones inferiores), te voy a ahogar a trabajos, opiniones desfavorables en los que se falsea la realidad para que esa persona sea peor valorada, y un largo etcétera de variables son ejecutadas "ipso facto" para eliminar la figura del trabajador brillante o, cuanto menos, eficiente.

En caso de ser un superior el ejecutor de dicha acción, aún hay posibilidades de salvarse, acudiendo al grupo de compañeros en bloque para desahogarse o bien remitiéndose a un especialista, que sin duda nos marcará el camino a seguir, tanto en tratamiento, como por vía judicial si así llegara el caso.

Lo realmente complicado es cuando el acoso tiene su origen en los compañeros: lo normal es el vacío o aislamiento al que "X" es sometido, aparte sufre comentarios en voz alta y vejaciones que terminan mermando a quien lo sufre hasta el punto de sentirse culpable de la situación.

Todo comienza por un periodo de stress, falta de sueño, apetito, y a la llegada al trabajo ansiedad. Ha comenzado la pesadilla. Los ataques se hacen cada vez más frecuentes y nadie hace nada por evitar esa situación, lo cual crea inseguridad y desconfianza. Es el siguiente paso hacia un periodo de depresión en la que se van mermando los pilares fundamentales de la persona, así como el ambiente, ya sea familiar, amistad, etc.

Todo adquiere un sinsentido difícil de digerir, solo se piensa en todo lo que ha podido ser la causa, quitando importancia e ilusión a todo lo que se hacía, para autoinflingirse el peor de los castigos: convertirnos en amargados.

Solo puedo aconsejar que en cuanto se aprecie cualquier indicio de mobbing la búsqueda de ayuda. Si llegado el caso la situación es desesperante, denunciar, pero para ello hacerse de un buen expediente psicológico que lo avale, así como posibles testigos que puedan corroborarlo. Pero lo más importante, caso de provenir de los propios compañeros, es el cambio de trabajo en cuanto se pueda. Sé que es fácil decirlo, pero más vale salud y nuevas ilusiones, que enfermedades mentales y comeduras de tarro que no llevan a ningún sitio.

Eliminad cualquier hábito que pueda poner en peligro nuestra salud mental, y recobrad cuanto antes la objetividad y valoración personales. Eso sí, con ayuda profesional.

Desde la Ciudad del Guadiana... ¡¡¡Vamos a hacer de esto algo grande!!!

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