sábado, 21 de junio de 2008

Reflexiones sin pensar mucho

Sigo sin encontrar la musa que ilumine algún escrito dirigido a nadie.

Por más que durante muchas jornadas me he puesto delante de la pantalla y el teclado, no encuentro un tema que me anime a echar el rato y por el que sienta especial predilección.

Que sí, que ya lo sé que esto es un poco estúpido, pero cuando el cuerpo, y lo que es peor, la mente, se niegan a aportar algo, no hay mucho que hacer. Se me han ocurrido muchos temas para abordar, desde la explicación de la fibromialgia, la espondilitis anquilopoyética, el camino a la felicidad, cómo reir sin ganas, o el camino al futuro viviendo el presente y olvidando el pasado, pues como que no me animan mucho para darle caña al tema.

Aún así, y en un estado de ánimo que sinceramente no acompaña lo más mínimo (esos bajones típicos cuando un curso se cierra y tienes por delante dos meses que perder), aparte de temas personales que ni importan ni vienen al caso, puesto que nadie los lee, pues esta terapia que estaba utilizando para entretenerme no tiene el más mínimo sentido.

En fin, que voy a poner, estirando un poco esta entrada hacia nada, una curiosidad histórica, que forma parte de mi filosofía tradicional del: No hay problemas, si un problema no tiene solución, pues deja de ser un problema porque por mucho que busques no la hay. Y si tiene solución, pues también deja de ser un problema.

Espero que quede por mucho tiempo reflejada esta curiosidad histórica, que si aplicáramos a la vida diaria, pues nos evitaríamos muchos problemas.

Dice la historia que estaba el sabio y filósofo Sócrates perreando (y no como el Chikilikuatre ese) por el foro ateniense (digo yo que estaría por ahí), y se le acerca de repente un amigo, que le dice que le va a contar lo que en mi pueblo se llama un chinchorreo, cotilleo o chascarrillo sobre otro amigo de Sócrates.

El caso es que le dice: "¿Sabes lo que he escuchado de tu amigo xxxx (siendo xxxx factor variable pues el nombre ni sale ni me lo quiero inventar)?"

A lo cual responde el enteraillo del Sócrates: "Pos la verdad, me la pela" (esto es broma, era para hacer reir, jajaja), en serio, le dice: "Espera un momento, antes de contarme nada, vas a pasar una prueba, el examen de los tres filtros"(imaginad la cara panolis del notas cotilla y chinchorrero cuando le dice eso, jajaja).

Bueno, el caso es que Sócrates continuó hablando, y le dijo: "A ver, ¿tú estás seguro que ese chascarrillo que me vienes a soltar es absolutamente cierto?"

- "Errr, puesss... estooo... la verdad es que yo sólo lo he escuchado y quería que tú lo supieras".

- "Vale. Solo lo has escuchado y quería que lo supiera. Entonces... ¿puedes decirme si lo que me vas a decir de mi amigo es algo bueno?"

El otro pensaría "Jodó con el puto Sócrates, como es un desoficiado que está todo el día dándole caña al coco, me va a joer todo el cotilleo", y le responde: "Pos va a ser que no, que no es bueno".

Y le responde Sócrates: -"Uséase, que vienes a contarme algo, que no sabes si es verdad, y encima me dices que no va a ser bueno. ¿Crees pues que lo que me vas a contar me va a servir de algo?"

"Me cawen la filosofía ateniense, en Sócrates, Platón, Aristóteles y la madre que los parió". (Pensamiento en voz alta del colega cotilla).

"Pues entonces te voy a decir algo, cotilla de mierda que piensas de mí que soy un desoficiado que lo sé, si lo que me vas a contar de mi amiguete del mus, no es cierto, ni es bueno, ni me va a servir de nada, prefiero no saberlo".

Lección de hoy: si las cosas que vas a decir o hacer, no son ciertas, ni son buenas o no van a servir para nada, evítalas.

El futuro está en tus manos, no en las de los demás.

2ª lección de hoy: no tenía ganas ni intenciones de escribir, pero mira, una musa me ha llegado y creo que me ha iluminado, aunque sea para escribir esta anécdota filosófica dirigida a nadie.

Y si hay alguien que la lea, que sepa que si la teoría es la leche, la práctica la supera.