martes, 24 de agosto de 2010

Ayer fue mi cumpleaños...

Y no lo digo para que se me felicite, si no para mostrar mi pesar por lo implacable que es el tiempo con todo y con todos.

Atrás se quedaron los años de mocería y juventud, los días donde no había problemas por tener que hacer frente a pagos y a Hacienda, que bien somos todos para lo que interesa...

Pero estoy contento, suelo ser bastante autocrítico y veo que detrás de mi vida hay mucho de lo que sacar. Un año más, con la felicidad de haberlo vivido. Suelo ser el tipo de personas que no se regocijan en su pasado, pues pasado está. Vivo el presente y miro el futuro, pero al paso que vamos, mejor quedarse en el presente.

De aquí a una semana vuelta al cole. Un respiro entre sofocos ha habido, y un respiro entre sofocos seguro que me espera.

Entre tanto, me quedo con una frase que siempre he dicho: el tiempo pasa y las personas maduran. ¡Qué bonito sería tener la experiencia de ahora con la edad de hace 20 años!

Saludos.

viernes, 20 de agosto de 2010

El devenir de la educación (III) "Las Familias".

Hace muchos muchos años la figura del maestro /a era muy respetada en nuestro país. Lo era hasta el punto que lo que decía el profesional iba a misa, y era tan tan respetado como el cura, el alcalde o el médico del pueblo.

Eran años de educación clásica, años donde la letra con sangre entraba, y los castigos corporales estaban a la orden del día. Se pensaba que un guantazo a tiempo, un regletazo en la mano -o veinte-, o ponerte de rodillas mirando al rincón con los brazos abiertos y los tomos de María Moliner sobre ellos ejerciendo tortura, incluso existía el original maestro que imponía las orejas de burro, una especie de cucurucho con orejas de asno cuando el sujeto sufridor no se había estudiado la lección y, por consiguiente, era el animal de la clase.


"Otra vez haciendo de helado caído en el suelo, cawen tó"
"¡Dios, como sea un supositorio no vuelvo a hacer maldades, lo juro...!"
"Y si me tiras de la otra patilla te guiño un ojo..."

Eran, como digo, malos tiempos de una educación clasicista, con unas familias clasicistas, y donde imperaba el respeto ante el trabajo y el buen hacer del maestro. Ojo si llegaba una notita diciendo que no habías hecho las tareas, o si te había castigado por algo, porque en casa papá no se andaba con chiquitas y el bofetón o el castigo estaba asegurado. Ah, y si no hacías nada (o ese era tu mejor excusa), te castigaban igual para que hicieras algo, que para eso ibas a la escuela.

Pero todo cambia, ese maestro con sueldo mísero, casi indignante, que vivía en los pueblos en casas "acomodadas" para ellos porque no tenían donde hacerlo, y donde los regalos como manzanas cada día o turrones en Navidad estaban a la orden del día cambió.

Los niños de la LOGSE vivieron en cierto modo todo esto, pero esa no era la solución más adecuada. Era indignante para los gobernantes ver cómo los hijos de sus votantes tenían que repetir o tripitir, pasar reválidas, estudiar mucho... no no, quita quita, eso no podía ser. Vamos a cambiar la ley, haciéndola mejor para todos, donde solo se repita una vez, donde le demos más fuerza a las familias, y, sobre todo, donde en caso de polémica, apartaremos de momento al profesional hasta que se aclare todo.

Entonces tras la muerte del dictador español, se potencian los sindicatos, las asociaciones de padres... vamos, todo lo que estaba prohibido hasta entonces.

Y es en estas cuando cambia la sociedad, nos volvemos más libertinos después de una represión de 40 años, y empezamos a contemplar el "todo vale, vale todo". Y me explico: la cultura de una generación como la mía, en la que estudiabas sí o sí, porque luego tenías que hacer una carrera universitaria, se cae como una baraja de naipes.

Son años de bonanza económica, y esos padres como yo que habían heredado los suéters de hermanos mayores, donde teníamos un juguete al año (maravillosos clicks de famóbil), y una cartera que tenía que durarte durante todo el colegio, se va transformando.

¿Cómo sucede esto? Pues muy sencillo. Gracias a la entrada en el mercado laboral de las madres. Hasta entonces habíamos vivido en la familia tradicional, donde el padre trabajaba 16 horas al día, aparecía poco por casa y cuando se hacía una trastada tu madre decía "Verás cuando llegue tu padre", se te caían los pantalones y te entraban ganas de no salir del servicio en 4 días. Llegaba tu padre, y desde el castigo a no ver la tele o no salir a jugar a la calle, hasta los más duros que cinturón en mano te arreaban con la correa dejándote el culo como el de un mono.

Estas familias cambian, modifican la conducta de la educación recibida, ya que era demasiado corporal, y se empieza a modificar por los refuerzos, positivos y negativos, que en otros países tan buenos resultados arrojaba. Recordemos que nuestro modelo educativo es una copia del francés, y así nos ha ido...

El tema es que siempre van apareciendo generaciones. La mía de los 16 años era la de salir y verte en la calle, siempre en el mismo punto, ya que siempre se salía por los mismos sitios -y no había móvil para localizar a la gente-. No teníamos motos, ni coches, y con una paga semanal de 20 duros (equivalente a unos 60 céntimos actuales), te daba para mucho. Todo era compartido por la pandi de turno, y salías y te lo pasabas bien, muy bien, porque ligabas y era todo de otra manera.

El caso y para no perdernos es que los españoles nos volvemos más ambiciosos. Queremos tener más, buenas vacaciones, y para eso mamá, que hasta ahora había guiado nuestra educación en casa, nos ponía de comer a las 2, la merienda a las 6, y manejaba el tiempo de juego desaparece.

Aparecen los "niños llavero", esos niños que son los últimos en cerrar la puerta de casa para ir al colegio o instituto y son los primeros en abrir la puerta de casa porque sus padres trabajan. Esos padres intentan darle a sus hijos todo aquello que no pudieron tener con su edad, y pasamos de una familia ahorradora a una familia capitalista y derrochadora, donde las marcas prevalecen, y tener el mejor coche, o la casa de campo son un objetivo a conseguir: tanto ganas tanto eres.

El niño pues, empieza a depender de sí mismo en muchos apartados, y se le dan responsabilidades que hasta ese momento eran impensables: padres que al llegar una edad de los chavales (normalmente 16 años), los dejan solos en casa el fin de semana, con refuerzos como premios ante los estudios, (la moto), y si suspendes, pero luego apruebas, no pasa nada, es el maestro que te tiene manía.

Pasamos pues, de diferenciar los niños zoquetes o vagos para el estudio a los niños que tienen necesidades educativas especiales (los tontos siempre lo han sido y siempre lo serán), y si no se esfuerza, pero viene el padre amenazando... ¡qué coño! Un 10 para el nene que seguramente va para Ministro (nótese la ironía).

Esos niños "burbuja", que estuvieron bajo la protección de sus dejados padres, al crecer cumplieron con todas las expectativas que podía esperarse: quiero más, quiero esto, si no me lo das... es decir, amenazas, rebeliones... y padres desesperados diciendo que no pueden con ellos.

He tenido incluso casos de padres que me dicen que no pueden con sus hijos de 5 años. A ver, señor o señora, si con 5 años no es capaz de hacerse con su hijo/a, tenga por seguro que con 14 le echa de casa. El caso es que pasamos de una educación cerrada y física, a una de proteccionismo exacerbado, o lo que es lo mismo, de un extremo a otro. Y todos sabemos que los extremos nunca fueron buenos.

Siguiendo con la política familiar, se le da a los padres una gran importancia dentro del Sistema Educativo, lo cual es muy muy positivo, ya que aunque el maestro educa, sobre todo enseña, y lo que no viene de casa, poco o nada se puede hacer. El maestro, esa figura entrañable y respetada, viviendo en casi la pobreza, va tomando forma de diana social, y se empiezan a lanzar dardos venenosos contra el colectivo: desde el que les tiene manía a mi hijo, hasta el es que no enseñas nada (digo tú porque de usted nada de nada)... o sea, que todo el mundo sabe ahora de enseñar, educar... todo el mundo tiene la capacidad de criticar el trabajo para el que hemos estudiado, todo el mundo tiene hecha la carrera de Pedagogía o Psicología, y cuando se aconseja que se haga algo, encima te dicen que estás equivocado. Siempre pongo dos ejemplos que se me han dado y con lo que he contestado:

1. La madre o padre que viene enojado y me dice: es que no sabes explicar. Bien, acepto la crítica, pero... ¿tiene usted hecho Magisterio?, ¿acaso me meto yo en cómo debe fregar su casa?

2. El padre o la madre que viene diciendo: es que tienes que poner más tareas, o más que estudiar, que mi hijo pide. Señor /a, si el médico le dice que se tome estas pastillas o estas otras, ¿acaso se compra otras distintas y se las toma?

Vamos, que sobre todo en las grandes ciudades, la gente que es médico, abogado, y otras carreras de distinta índole e importancia social (por su alta compensación económica), también han estudiado Magisterio. Y lo peor de todo es que apenas aparecen por casa a diario y te vienen cuando el mal está hecho, que son las notas.

Curiosamente vienen a informarse siempre cada mes y antes de los boletines los padres que realmente se preocupan y cuyos hijos van bien. Soy una persona abierta a las críticas, pero nunca haré nada que no sea en beneficio de mi clase como grupo, o de un alumno como individuo.

Las familias deben cambiar su manera de pensar, y sobre todo de actuar con los maestros y profesores. No me vale el manido "ya estamos, dos meses de vacaciones" (que la puerta de Magisterio está abierta para todo el mundo, se matricula, pasa al menos 3 años, se prepara unas oposiciones, y cuando las saque, aguante a esos memos que siempre salen con esas).

Somos un país de envidiosos. Cuando las cosas iban bien, cuando las cosas marchaban en una economía bollante, éramos los funcionarios del Estado los pobrecitos que míralos, ahí con su mísero sueldo.

Ahora ha estallado la crisis, y somos de nuevo el eje del mal: "Claro, como vosotros no tenéis problemas" (pero Santo Dios, que has tenido un chalé de 300.000€ y un coche de 40.000€ mientras yo sigo pagando mi hipoteca de 80.000 y mi coche de 25.000).

El caso es que el devenir de la educación pasa por unas familias más responsables. Tener hijos es, ante nada, una responsabilidad, y como tal debemos tomarla. El maestro profesor de ahora está para ayudar, aconsejar, llegar a acuerdos y tomar decisiones sobre las medidas a tomar con los niños, pero no está para hacer lo que sus padres no hacen, ni para recoger niños porque sus padres trabajen, ni tan siquiera para hacer el mes de julio porque claro, sus padres han elegido agosto para ir de vacaciones. Si en un caso se diera que nos meten ese mes más de clase se puede armar la marimorena, porque entonces yo podría exigir por derecho o el mes de julio, o de agosto o de septiembre de vacaciones, y claro, menudo guirigai se montaría en las administraciones... ¿cuándo entrarían los niños al colegio si no hay profesores?... un jaleo, vamos.

Aparte y para finalizar diré que somos los que menos días de vacaciones anuales tenemos en Europa: sí sí, como se lee... tampoco tenemos días de asuntos propios... pero es que somos maestros, esos individuos raros que han perdido poder social, y a los que a base de ley se les está dando importancia: ya no vale ir a dar una paliza al maestro porque ha suspendido o castigado a mi hijo. Ahora tenemos una cosa a nuestro favor: somos agentes de la autoridad, y como tales, cuidadito con nosotros.

jueves, 19 de agosto de 2010

El devenir de la educación (II) "Los Centros Educativos".

Hay un dicho que afirma que hay casas de gente, y gente de casas. En los centros públicos dedicados a la educación de sujetos podría decirse que sucede lo mismo.

La administración nos da carta blanca y, aunque regidos por una ley común, se podría decir que cada centro posee una independencia personal -siempre basada en las condiciones socioeconómicas de las familias- que hacen que cada centro sea peculiar, algo así como una pequeña empresa dentro de un conglomerado general.

En lo que llevo de vida laboral como docente he conocido sólo 4 centros, y cada cual con sus historias, todos ellos muy diferentes por una razón: los sujetos que los moran, o, lo que es lo mismo, por los profesores y profesoras que ejercen.

Siempre he sido partidario de la movilidad del profesorado, una movilidad que enriquecería a los moradores apoltronados cuales lapas en roca durante décadas y que se han ganado -o no- un prestigio que a nadie beneficia. Durante mi estancia por 4 años en el sur de la región, en un C.R.A. que englobaba 4 pueblos, éramos 14 profesores, de los cuales tan sólo 2 tenían la plaza. Luego se le sumó 1 profesora más, y acabé yéndome cuando llegaban los recién aprobados opositores. Todos ellos de paso, todos ellos sin ánimo de crear raíces, incluso los dos que comenté al principio.

Fueron los mejores años de mi vida, con 25 años todos éramos jóvenes y con ganas de trabajar (retórnese a la historia de los Sancho). Allí tuve la oportunidad de ser Jefe de Estudios de gente de mi quinta y más jóvenes, y todo fue genial. Todos trabajaban (y mucho) y todos obtenían recompensas por ello. Fue el último año de mi estancia allí el peor de todos, puesto que un individuo de raíces gaditanas, corroído por la envidia y por el ansia de irse cuanto antes a su tierra después de haber chupado de la teta de otra comunidad, el que hizo de abogado del diablo, echándome al resto de la gente encima. Pero eso es harina de otro costal, y que le den por donde amargan los pepinos, no le deseo ningún mal a diferencia de él, porque tengo más clase y mejor educación.

Luego aprobé la oposición, e hice mi año de prácticas cerquita de donde vivo. Allí lo mejor es que había mucha gente como yo, joven, y fue lo mejor de lo mejor. Un equipo directivo entrado en años puso la nota discordante, y el director, maravillosa persona, me trató siempre genial, como en años anteriores, por mis conocimientos informáticos. Un año para recordar.

A partir de ahí malo malito malo eh, eh... Pasé a un colegio en el quinto jaray, muy lejos de mi zona de residencia, e iba y venía cada día. Hay veces que no sé por qué si sabes de algo, te dan por todos lados, y me da la ligera sensación que cuanto más edad tiene la persona que está al frente de la Jefatura de Estudios, más rencor y odio acumulan.

Una bruja teñida de rubio al más puro estilo Aramis Fuster (incluso se le parece), no sé qué tuvo en mi contra. Es lo que tiene la edad, y mientras los niños trabajaban se limaba las uñas. Un lujo del trabajo en la fase Sancho Panza.

Formaba grupo con las eméritas del lugar -o en proceso de emeritarse- y chinchorreaban a cascoporro, de todo y de todos, y cuando tú tardabas un minuto en entrar a los niños enseguida iba con cara de no muy buenos amigos a echar la bronca, mientras en sus cascarrillos tardaba 10 ó 15 minutos según el tema a discutir.

El caso, una muy mala jefa de estudios, con un director demasiado bueno, y un claustro dividido entre los viejos y los jóvenes, donde, por supuesto, ganaban los viejos porque tenían los puestos altos del colegio. En fin, salí de allí tras tres años sufriendo, baja por depresión incluída ante el acoso al que me vi sometido (eso que ahora está de moda y lo llaman mobbing) y que no fue denunciado Dios sabe hoy por qué. Menos mal que a día de hoy tanto director, como jefa de estudios, como eméritos están jubilados. Recuerdos y que os dure.

Y pasamos a la actualidad. De Guatemala a Guatepeor. Estoy en un centro muy muy gracioso, donde está el director, buena gente y dicharachero a la par de hipócrita, que comparte reino con su señora esposa. A la derecha del señor una muy buena persona e íntimo amigo de la pareja, y a la izquierda un nuevo cargo después que saliera del mismo dirección sur un chico de la misma edad que yo. Del nuevo decir que le puede el dinero y el ser un chaquetero, pues él mismo junto al anterior equipo directivo del que formó parte intentaron denunciar a la inspección al director que ahora le puso en el cargo. Una situación vomitiva, pero no deja de ser cuanto menos irónica.

¿Qué es lo mejor y lo peor? Que para mandar, hay que saber mandar. Es una premisa que aprendí hace muchos años. No te puedes escudar en un cargo esperando que los demás te solucionen todo sin dar la cara. Y lo peor no es eso, no debes ser tan manipulable, o si tienes que dar broncas no puedes decir "me han venido diciendo que...", y mucho menos poner en tela de juicio el trabajo de los compañeros, sean de la edad que sean.

Ahora bien, se han establecido dos frentes diferenciados, algo que me suena al anterior centro donde estuve: los mayores y los jóvenes. De momento somos mayoría, así que nos putearan, pero al menos no nos callaremos. Un centro que podía ser muy muy bueno estropeado por cuatro.

Y así estamos, este año seguramente concurse. Por un lado no quiero ceder ante presiones para que me vaya y deje las cosas como un mínimo grupo de personas quieren que sea, y por otra porque no tengo obligación ninguna de aguantar a gente hipócrita, que van de odiar a gente con iniciativa y conocimientos sobrados, a gente que cuando alguien se le mete entre cejas lo machacan (este año gracias a una compañera por fin me han dejado tranquilo. Ahora a ver lo que aguanta esta sin pasar por la denuncia...).

Un Centro Educativo debe ser un centro neutral, donde la mayor premisa sea trabajar y dejar trabajar. Donde el apoyo al compañero debe primar, y donde debe estar abierto a todo tipo de iniciativas y de familias (no solo el... "cuento con vosotros para esto y lo otro, pero esto que no me interesa os quedáis fuera").

Aparte somos insolidarios, y como se te ocurra ir contracorriente, ufff... mal irás. Los profesionales del gremio al que pertenezco son envidiosos, codiciosos y ruines. Pero por otro lado siempre habrá, como en todos lados, gente que realmente merezca la pena, que haga las cosas de una manera altruísta, con ganas de colaborar, de entrar con una sonrisa, y de no machacar al personal en base a sus gustos y preferencias.

Acabo diciendo algo que siempre digo: al final, todos hemos llegado aquí de la misma manera, no te confundas, que tu cargo no es como el de un rey, por "gracia divina".

PD: la inspección tiene mucha culpa de todo lo que sucede en los centros, protegiendo a quien no debe por intereses ocultos. Actualmente hay muchos, muchísimos casos donde la presunción de inocencia se deja de lado y se aparta al profesional como medida preventiva. Si no confían en nosotros, mal vamos.

Una de vacaciones estivales

Pues ya he llegado porque estoy aquí, de nuevo con una entrada.

Esta vez os voy a contar mis largas vacaciones, no ya por el tiempo dedicado, sino por los kilómetros realizados, ya que en 8 días he visitado 3 de las ciudades más grandes de España, Madrid, Barcelona y Valencia, con un total de unos 2000 kilómetros a nuestras espaldas.

MADRID
Lo reconozco: soy un enamorado de Madrid, pero viniendo de una ciudad pequeña, tranquila y barata, la verdad es que no puedo estar más de un fin de semana. Sé manejarme por esta ciudad con encanto, y sobre todo con zonas muy delimitadas con sitios maravillosos. El tema es que en esta ocasión, y teniendo en cuenta que luego partíamos para Barcelona, nos fuimos a un hotel en el Norte, a casi las afueras, donde por el módico precio de 48€ nos entraba el desayuno, y nos servía de lanzadera para el día siguiente.

Madrid es magia. Pasear por la GranVía, meterte en la zona comercial de la Calle Preciados, bajar hasta Sol, y visitar la Plaza Mayor no tiene precio. Miles de transeúntes de distintas nacionalidades, en un ir y devenir, unos admirando su belleza, otros corriendo por sus calles... es algo encantador, al tiempo que embriagador.

En un alto en el camino, el mercado de San Miguel, donde se pueden contemplar todo tipo de tapas, frutas, postres... un lugar encantador de reunión donde tomar uno de mis mayores pecados: la cerveza bien tirada, fría y exquisita.

Una preciosidad, ¿verdad?
Toma que toma tá...











Bien, para finalizar fuimos a ver el Congreso de los Diputados, las fuentes de La Cibeles y Neptuno, junto al Museo Tyssen. Para descansar, al Parque del Retiro, una de barcas con risas, y al hotel que nos esperaba un viajecito de 600 kms.

ZARAGOZA
Stop en el camino. Justo a la mitad entre las dos ciudades más grandes de España. Siempre he oído que Extremadura es yerma, seca, dura... no sé quién afirma esto, tal vez no conozca mi región en su mejor momento. Sí, vale, es muy dura en verano, con unas temperaturas que por mucho que se viva aquí no hay quien se adapte, pero bueno, eso que llevamos de ventaja al cambio climático.
Pero no me lío y voy a la historia de Zaragoza: Ni entramos en la ciudad. ¿Por qué? Mirad la imagen y tendréis la explicación.

Centro Comercial "Gran Plaza" (Zaragoza)

Impresionante Centro Comercial sin necesidad de entrar en la ciudad. De impresionante estilo vanguardista, dividido en dos secciones (una a cada lado de la autovía), se unen por medio de un monorrail gratuito... (sí sí, habéis leído bien)

Precioso monorrail del Centro Comercial.
Es, sin duda, el más bonito que he visto en mi vida y por el que merece ir a Zaragoza sólo por verlo. Mirad, mirad, os muestro cómo es por dentro...

Qué, ¿os gusta? Pues al natural es la "milk"...
En fin, que nos quedamos tan emparanoiados con el tema del Centrito Comercial que se han cascado en Zaragoza que nos pegamos todo el tiempo dando vueltas. Al final, un café y a seguir que quedaba la mitad de camino.

BARCELONA
Poco o nada puedo aportar de esta maravillosa ciudad que no se haya dicho ya. Miles y miles y miles de personas caminando. Pero no fue eso lo que más me llamó la atención del viaje. Lo que más fue...
Hotel Porta Fira de l'Hospitalet del Llobregat
Habitación "Glaglagla" (babita cayendo)
Pues sí. Un espectacular, vanguardista y moderno hotel que se erige a lo lejos cual lata de Coca-Cola (marca registrada), y que nada más entrar huele a nueeeeevo. Se inauguró en febrero, y, qué deciros, este fabuloso hotel de 4 stars (4!!!) con un precio de 50 lereles por habitación con desayuno, wifi, y unas habitaciones que no eran grandes pero sí espaciosas, con vistas a según qué parte de la lata te mandaran (la nuestra miraba al peor lado, que era el industrial, pero los del otro ala apuntaban directamente a Barcelona), con 23 pisazos y una velocidad de ascensores que cuando ibas por la mitad el estómago te hacía cosquillitas como si fueras montado en una noria... (por cierto, 5 ascensores nuevos novísimos de la muerte).

El tema, que una pasada de hotel. Lo que más nos gustó sin dudarlo de todo el viaje, puesto que Barcelona...

Pues realmente me gustó, con un pero, que es como al que le gusta el chocolate, o el chorizo, y le da un empacho. Al principio flipé con el tema de ciudad moderna, cosmopolita y blablabla... muchas cosas que ver pero como que todo a mucha distancia: de la Sagrada Familia a El Pedregal taco de kilómetros, de ahí a el Parque Güell, taco de kilómetros, y claro, en Barcelona "la pela es la pela," y "Barselona es bona si la bolsa sona", y el metro como os podéis imaginar, pues cling cling (y encima sin bono de turista como en Madrid, que sí que lo veo preparada en ese aspecto y no tan "saqueadora").

Cosas buenas de Barcelona: la gente, turismo a tope, avenidas grandes, anchas, enormes, buenos monumentos pero llega un punto que te saturan, estilo de vida genial.
Cosas malas de Barcelona: sus radares (grrrrr), la velocidad a la hora de entrar en la ciudad (80 km/h para ahorrar combustible y evitar contaminación???), el metro (que huele no mal, sino fatal y encima con un "microclima" de tipo tropical, donde sudas más que el sobaco de un indio tras una cacería), y las distancias. Aparte si quieres viajar, paga peaje. Si quieres visitar monumentos, paga transporte. Si quieres ver monumentos, espera cola kilométrica como su ciudad.

El tema, que todo muy bonito, pero todo muy caro, y todo como muy "demasiado" en todos los sentidos. De su gente sólo puedo hablar no bien, si no muy bien, porque siempre nos trataron fenomenal y muy simpáticos. 

Si destaco algo que me maravilló por demás y que añoro de mi ciudad: su limpieza, saber estar... y su INCREÍBLE Fuente de Montjuic (madre de Dios qué preciosidad)... aparte de otras muchas cosas que seguro que más de uno me ataca por dejarme en el tintero, pero que realmente fueron maravillosas.

Un día de estos, me pillo unos altavoces y unos focos multicolores, y hago lo mismo con esta que está en mi ciudad...


No creo que sea igual, pero a lo mejor la gente flipa...
Bueno, pues el caso, que me considero más partidario de Madrid, pero sin denostar Barcelona, que me ha parecido una maravilla, pero me esperaba mucho más. Sobre todo en facilidades en el metro (ya lo he dicho antes, pero es que el de Barcelona huele tan tan mal, incluso peor que el de Madrid, y agobia tela...). En su favor, muchas cosas, estuvimos 5 días... las Ramblas mu monas, pero mu hartantes, y mucho miedo por los carteristas.

No puedo dejar pasar el día que estuvimos en la playa de Sitges. Un sitio precioso, una arena fina y suave, y un mar que se veía el fondo de lo clarita del agua. Sin duda, aparte de ser paraíso gay -cosa que entiendo perfectamente- es muy recomendable, pues hay gente de todo tipo y maneras, desde parejas a familias, y, como no, homosexuales que van muy a su bola (algunos un poco llamativos, con tabletas de chocolate y muchas horas de gimnasio para sorprender, y vaya si lo consiguen!!!).

Otra cosa antes de acabar y que me decepcionó fue no poder ver la catedral. En fin, otra vez será, y algo que me encantó fue la cantidad de people que había descendientes de emigrantes de mi tierra. En cada sitio que íbamos decían: por el acento sois de .... y nosotros, pos sí, de ahí mismo... anda, pues mis padres son de... Genial, sencillamente genial.

VALENCIA
Tras 5 días sintiendo el catalanismo en nuestras venas, y después de haber visto 3 banderas autonómicas, nos piramos a Valencia. 
GRACIAS TOM-TOM por existir!!! Ni una señalización en lo que recorrimos la ciudad que nos indicara dónde estaba el Hotel o el Oceanográfico y la Ciudad de las Ciencias y las Artes (en castellano, que estuve dos días y no se me pegó el acento valenciano).

Bien, pues por fuera es ESPECTACULAR lo que tienen montado. El aspecto exterior es una pasada, aunque eché de menos alguna cosilla que otra, como fuentes, lugares de refresco que mejoraran el bochorno que hacía nada más salir del coche y que hacía ahogarme en mi propio vaho. Sudé más que un sindicalista en la época de Franco, y bueno, ahora va la crónica de la maravillosa Ciudad de las Ciencias y las Artes.

L'oceanogràfic
La primera, en toa la boca. Una entrada que englobaba los 3 lugares más llamativos a la módica cantidad de 31'60€ (Viva la crisis y la madre que los parió), o sea que al final tendríamos que haber gastado por entrar dos adultos y un niño unos... 31'60x2= 63'20+entrada de niño de 5 a 12 años 24'00 euros, pues como decían en el Un, Dos, Tres, responda otra vez... 87'20 por tres personas (yujuuu, a tomar por culo vacaciones). Eso sí, podías entrar en dos días y cuantas veces quisieras, pero en el día que te tocara (eso son facilidades), y tenías que elegir la peli a ver en el Hemisfèric en el momento de comprar la entrada (eins?, si no sé ni las pelis que tenéis...).

Ole qué bonito... tanto casi como CARO CARÍSIMO
El caso es que entramos con una entrada de adulto con 15% de descuento por estudiante universitario (menos mal que de algo sirve pagar una matrícula de máster), junto a un 2x1 en Carrefour (que sí leñe, que comprando 30 lereles en esa gran superficie te regalaban una entrada de igual o menor precio), y que mi hijo de 5 años, bien fermoso y que no sólo aparenta esa edad, sino más, pasó por un niño de 3 (lo que hacen los Potitos de ahora, xDD), fueron un total de unos 22 euros los tres (gracias Dios mío por inventar las mentiras piadosas, ya que Valencia no tiene piedad...). Un robo a mano armada, la verdad, porque visto lo visto...

El oceanario pues bonito sí que es, teniendo en cuenta que el día nos salió de esos que vas caminando y te vas deshaciendo en agua, sin una puñetera fuente donde calmar la sed (miento de nuevo piadosamente, había una, que probé el agua y estaba más caliente que la entrepierna de Ronaldo), nos gastamos en agua lo que no está escrito, a la maravillosa cantidad de 2 euros la botella de medio litro, nos beberíamos unas 5 botellas o más,... con lo cual eso hay que sumárselo al precio de la entrada. Por cierto, el agua no la vendía fría, estaba templada, pero mejor eso que no morir deshidratados.

A lo que iba, que el oceanario es bonito, sí. Pero no me sorprendió más que otros ya visitados, llámense los de Lisboa o el de Málaga. No era como para meter el sablazo monumental de 24 euros la entrada por eso solo. Además si me apuras, en una mañana se puede ver todo, con lo cual dime tú si están bien empleados o no, porque, ¿qué haces el resto del día? En fin, resumiendo, mu mono por fuera, poco vistoso o muy manido por dentro. ¿Merece la pena? Pues depende si has visto otros, porque si lo has hecho, visto uno, vistos todos.

Museo de las Ciencias
Genial, maravilloso, estupendo, increíble... para los niños. A mí me llamaron la atención un par de cosas o tres, pero chico, quienes más disfrutaron del evento fueron mis sobrinos de 10 y 15 años. Mi hijo de 3 casi 4... que diga 5, pues estaba entusiasmado, y es que ya se sabe que eso de poder tocar en lo que se quiera sin que te digan "eso no se toca", le gusta a cualquiera.

La entrada en cuestión cuesta 7'50, y para mí es lo mejor de todo lo de allí. Son 3 plantas... errr, mejor dicho 2, porque la del medio vaya patata de planta sobre los premios Nobel que ni a mí me llamaba la atención. Y la superior con una de Star Trek para frikis que hubieran seguido la serie (aquí pocos habría, pero bueno), con cosas chulas, como maquetas de la Enterprise, trajes del Spook, y cosas así. Llamativo sin más. Y sí, merece la pena entrar solo por ver toquetear a los adultos en cosas hechas para niños... pero si tenéis ocasión de visitar otras ciudades con un museo como este, no lo dudéis (llámese Granada, de lo bueno lo mejor, y de lo mejor, lo superior, además con una ciudad con tanto encanto y tan económica que os sorprenderá).

Hemisféric
Llámese a un lugar cerrado donde meten a un wevo de gente para ver una película que pensábamos que era en 3D o que se movían los asientos. Pero no. La cúpula del cine, supermona de la muerte, es la más grande que he visto.

A la entrada te daban unos cascos estúpidos, que la gente se ponía nada más entregárselos. Parecían un ejército de frikis del futuro. El caso es que la peli que cogimos era una bazofia tipo documental de la 2 sobre dinosaurios, los cascos no hacía falta que te los colocaras porque solo aportaban sonido en tu idioma, y al final tan tan grande era la pantalla que a veces se te quedaba este careto de anormal con mareo incluído del movimiento de la cámara:

Gracias al sujeto por ofrecerse a la foto tras la peli xDD (espero que no tenga copyright)
En fin, que no aconsejo bajo ninguna circunstancia pagar 7'50€ por una dosis de mareo y una peli-documental que puedes ver en el salón de tu casa sin necesidad de pasar por caja y que se te quede la cara arriba reflejada tras la sesión.

Una vez finalizada la peli, vuelta a la salida de la muerte, pasando calor de mil demonios, y una cosa llamativa: no te hacen salir por un túnel fresquito no, te hacen subir al exterior, para luego bajar y volver a subir (supongo que el precio de las entradas no les da para poner una mijita de aire acondicionado, pero bueno).

También destacar una exposición de dinosaurios por el que no estuvimos dispuestos a pagar ni un euro más. 

Al día siguiente, a las 8 en pie, y vuelta a casa. Agotador el viaje, pero no menos que las vacaciones. 

PD: tuvimos que descansar para poder quitarnos la bizquera del cine, si no, no hubiéramos llegado en la vida.